ESPEJISMOS
DE AMOR
Las relaciones entre seres
humanos generalmente presentan altibajos, algunos superados rápidamente, otros
se van alimentando de la fuente del odio y transcienden a lo largo de los
años. La obra Amor de Toni Morrison, es un ejemplo de lo
intrincados que pueden ser los caminos que
transitan dos personas cuya única finalidad es vencer a quien creen su
oponente y que antaño fuera su mejor amiga. Sin embargo, desviando un poco la
atención del asunto central de la obra, es decir, la rivalidad existente entre
Heed Johnson y Christine Cosey, emerge otra perspectiva, que si bien navega
suavemente en las tenues aguas de la sociedad racista de la década de los cuarenta en los Estados
Unidos, es fundamental en el desarrollo de los acontecimientos, no sólo como
reflejo de una problemática latente de la época, sino como detonante implícito
de la trama de la obra.
La posición de desventaja en que se encuentra
la mujer en una sociedad patriarcal, en un mundo donde su importancia se limita
al cumplimiento de los deberes de la casa, a la vez que su voz es sometida, es
una temática que emerge en la obra. Como
ocurre con frecuencia en algunas sociedades la notable desventaja en la que se
encuentran las clases menos favorecidas permite usos y abusos de quienes están
en la cima del eslabón social. Este estado de cosas empuja a Heed Johnson a las
manos del señor Cosey.
No se puede obviar la
diferencia generacional que aleja a la pareja, un hombre de cincuenta y dos
años unido con una niña de once. Heed pasa entonces de ser amiga de Christine a
convertirse en su “abuela”, producto esto de la desviación de Bill Cosey. La
forma como se enriquece el yo de los personajes principales y como se
complejizan a lo largo de la historia, abre las puertas a una introspección que
divaga en el pasado de las dos mujeres, genera preguntas sobre sus acciones y
enriquece las situaciones.
El carácter de obra limitada
a un tiempo y espacio específicos, cuyos acontecimientos suceden en los Estados
Unidos, rompe con la etiqueta y expande sus fronteras hacia lo universal al dar
tratamiento a temas como la estratificación social y sus consecuencias, el
abuso al que se ven sometidas las clases menos favorecidas, su estado de
opresión, pero sobre todo, se abre camino a pasos agigantados la manipulación
de la mujer en estas circunstancias.
No es gratuita la
inclinación del señor Cosey por las mujeres, su hotel ha sido un paraíso donde
se puede disfrutar de música, licor y todo tipo de extravagancias que el dinero
pueda comprar. Viudo, ante la muerte de su hijo querido, las razones para
cohibir su conducta no es ya una limitante. No puede dejar de excitarse al ver
como esa niña de once años mueve sus caderas. Sube a su habitación a
masturbarse, a desahogar sus impulsos.
Haciendo uso de su posición e influencia decide “obtenerla”. La hace su esposa.
Situaciones semejantes se
han presentado a lo largo de la historia en diversas culturas y bajo distintos
nombres. En muchos de estos casos la situación es similar un personajes de
posición social significativa, que brinda algunos beneficios a la familia de la
mujer, a cambio de ello obtiene una esposa a la cual le hace creer debe
agradecerle por sacarla de ese ambiente.
La realidad que se esconde
detrás de esta conducta en la obra de Morrison no es más que una desviación
sexual en la cual un hombre mayor de edad, en este caso cincuenta y dos años,
se interesa sexualmente por una niña de once, él tiene la influencia social y económica para
“adquirirla”, su conducta no encuentra ningún tipo de reproche. El acto de
Cosey de desposar a una niña que aun no ha tenido su primera menstruación pasa
como algo común.
Caminamos de la mano de Heed y Christine por una
historia que centra y direcciona todas los acontecimientos en torno a la forma
como habrá de concluir el encuentro final de las dos mujeres, sin embargo,
alejándonos de ese espejismo de amor fallido y transformado en odio por la
acción del verdadero detonante de la historia, podemos observar a un William
Cosey, quien tejiendo los hilos de sus redes atrapa entre ellas a una más de
sus victimas, en esta caso una que determinará un giro radical en la vida de
todos. La venda ha caído desnudando el rostro de un ser miserable. Sin
amor.